Fiallo

PARTIDO DE LA LIBERACIÓN DOMINICANA
“Servir al Partido para servir al Pueblo”

III CONGRESO NACIONAL

DOCUMENTO SOBRE LA LÍNEA POLÍTICA
NACIONAL E INTERNACIONAL
31 de Octubre de 1982
INTRODUCCIÓN


La elaboración de la línea política nacional e internacional de nuestro Partido
debe ser el resultado de un análisis metodológico marxista profundo y en detalle de los elementos básicos que conforman, como una totalidad, la actual situación mundial y nacional, y fundamentalmente la relación entre la crisis capitalista, a escala internacional, y la crisis dominicana como una expresión particular de ella. Luego abordar en lo general y particular dicha crisis, estableciendo las consecuencias de cada una, para poder diseñar las políticas correspondientes de acuerdo a las decisiones tácticas y a la perspectiva estratégica.

Nuestro Partido
como vanguardia del Movimiento de Liberación Nacional en nuestro país, entiende que la hora actual de la humanidad es clave para los próximos decenios, en los cuales muchos países y pueblos, acogotados y oprimidos por una crisis generalizada del orden capitalista, lucharan denodadamente y se liberaran de sus exploradores.

Nuestro país, y nuestro pueblo ante tal coyuntura, no serán una excepción. El desfonde de la economía capitalista mundial y de la economía capitalista dominicana está a la orden del día. Corresponde a nuestra organización, como vanguardia poner a la orden del día, la conciencia y el nivel organizativo del pueblo, y prepararnos a cumplir con la cita que la historia y la lucha nos tiene reservado.

ANTECEDENTES DE LA CRISIS CAPITALISTA

Los primeros años del período que se abre con la finalización de la 2da. Guerra Mundial fueron testigos de un crecimiento sostenido y vigoroso del capitalismo mundial. Esta situación de post-guerra tuvo en sus raíces una múltiple causalidad:

1- Suministro de energía barata de parte de los suplidores petroleros
2- Utilización de innovaciones tecnológicas que requerían inversiones de capital masivos;
3- Nuevos mercados provistos a los centros imperialistas por la expansión de la periferia colonial y de nuevas áreas de influencia;
4- Crecimiento y expansión de la industria militar;
5- Reconstrucción y reordenamiento del aparato industrial.

A estos elementos podemos agregar, además otros estímulos impulsados por los Estados Unidos, quienes se convirtieron en la cabeza hegemónica del sistema imperialista, lo que facilitó la nueva fase de expansión.

Entre los elementos complementarios podemos citar, entre otros, los siguientes:

a) Masiva reconstrucción de las áreas devastadas por la guerra (Europa y Japón, principalmente);
b) En Estados Unidos, una masiva concentración de materias primas y facilidades productivas para fabricar armamentos para la guerra total, y no para el uso de la economía civil;
c) Crecimiento de las fuerzas productivas de las sociedades europeas y japonesa por la vía del despegue de la producción de automóviles privados, lo que generó un incremento de las inversiones en carreteras, viviendas, empresas y servicios, para poder financiar la movilidad y transferencia de la población a las áreas sub-urbanas o periféricas;
d) Las innovaciones tecnológicas generales por los requerimientos y necesidades de la economía de guerra, sentaron las bases para nuevas empresas industriales (aviones, TET, de alta velocidad, electrónica, comunicación, etc.);
e) Ampliación del complejo industrial militar a partir de la guerra de Corea, lo que aceleró el desarrollo de la industria manufacturera de producción masiva para los equipos militares y que estaba integrada a la producción civil;
f) Relativa estabilidad en los países capitalistas “desarrollados”, por la conducción y hegemonía norteamericana, así como también la creación de instituciones internacionales que financiaran y respaldaran el crecimiento sostenido del capitalismo mundial.

Esta política de consolidación del crecimiento del capitalismo a escala mundial, tuvo como contrapartida militar, el establecimiento de centenares de bases militares cuyos objetivos eran el cerco al campo socialista, así como la protección y apoyo a los aliados títeres del imperialismo y el “orden” establecido a escala mundial.

Los miles de millones utilizados en crear y mantener esas bases incentivaron el intercambio comercial internacional, y el Plan Marshall, tal y como lo señala el comp. Juan Bosch, Presidente del Partido, así como el flujo de ayuda posterior permitió mantener un mercado de clientes con su respectivo sistema de protección a cargo de bancos, firmas financieras y empresas multinacionales.

Allí surgieron el GATT que auspició la reducción significativa de las barreras arancelarias,
abriendo de par en par las puertas al comercio internacional. El acuerdo de Breton Woods creó el patrón-dólar, lo que permitió la inundación del mercado internacional por el dólar, con lo que se amplió e incrementó la liquidez del intercambio. En este mismo proceso fueron creados el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como mecanismos de financiamiento a la burguesía monopólica, para la creación de infraestructura requerida para los inversionistas y para disciplinar y controlar los estados y políticas de la periferia capitalista.

INICIO DE LA ACTUAL CRISIS:


Los factores que hemos enumerado y analizado comenzaron a disminuir, o fueron luego desapareciendo progresivamente, abriendo el camino del estancamiento del Sistema capitalista mundial.

Algunos elementos de esta nueva fase fueron los siguientes:

1- Fue complementada la reconstrucción de los países semi-destruidos por la 2da. Guerra;

2- Las innovaciones tecnológicas fueron absorbidos y las nuevas tienen una relación social diferente con la estructura capitalista, ya que su automatización es creciente, lo que varía la composición e incidencia de la fuerza de trabajo;

3- Ha descendido el crecimiento de la demanda de automóviles, debido a que el mercado potencial ha sido satisfecha, y sólo los requerimientos derivados (repuestos, por ejemplo) mantienen sus niveles;

3- Los programas y planes de fabricación de armas fueron expandidos y a partir de la administración Reagan
el presupuesto de guerra ha llegado a la astronómica cifra de varios centenares de miles de millones de dólares.

4- Pero a diferencia de las décadas del 50 y 60 ahora se fundamenta en tecnología satisfecha, sin necesidad de mayores inversiones en plantas y equipos, lo que confirma
el presupuesto de guerra como parasitario, radicalmente improductivo y causal directo de la reproducción de la crisis. Entre los años 1965 a 1974 los gastos militares norteamericanos ascendieron a $600,000 millones de dólares.

5- Por último,
el imperialismo ha decrecido como fuerza hegemónica mundial y ejemplos de ello son sus derrotas en Vietnam, Angola, Mozambique, Nicaragua, Afganistán, Polonia, y otros países.

Pero no sólo la hegemonía se ha visto disminuida en su lucha con las fuerzas del progreso, la liberación nacional y el socialismo, sino también producto de las contradicciones dentro del propio campo capitalista e imperialista. Ejemplo de ello es la emergencia del Japón como potencia industrial, la competencia entre los tres polos capitalistas (Estados Unidos, Europa Occidental y Japón), y el debilitamiento del dólar, que se ha transformado en un instrumento inflacionario y de debilidad peligrosa para la estabilidad financiera internacional.

6- Política de incrementar la masa monetaria en circulación durante los últimos 35 años, como consecuencia a la política de alza de precios de los monopolios y a las guerras imperialistas, como la de Vietnam que pusieron decenas de miles de millones en circulación. Esta situación, en extremo se ha profundizado y ha provocado una expansión del estancamiento, donde afloran rasgos contradictorios, ahora combinados armónicamente: inflación y estancamiento (estanflación), desempleo, capacidad manufacturera ociosa, menor inversión en plantas y maquinarias nuevas.

A tal extremo que el crecimiento industrial de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Japón e Italia de la década del 70 es menor que los índices reportados en las dos décadas anteriores. En el caso particular de los Estados Unidos, la participación de su producción industrial en el total capitalista ha descendido al 37 por ciento, o sea, menos que la proporción conjunta de Europa Occidental y Japón.

Ahora bien, ¿cómo es posible que esas economías capitalistas tan seriamente afectadas por sucesivas recesiones (8 últimamente) global, pueden mantener su funcionamiento sin llegar a los límites de un colapso?

En el caso de los Estados Unidos, que es el país que interesa fundamentalmente para fines de este análisis, por la deuda pública y privada. Tanto los consumidores, las empresas y los núcleos de especuladores funcionan, básicamente, por los préstamos de bancos y otras instituciones. Y lo mismo sucede con el gobierno Federal que mantiene sus márgenes de maniobra en base al
déficit presupuestario creciente, año por año, y que en los próximos años podían llegar a la suma de $140,000 millones, ya que en 1981 ascendió a $109,000 millones.

Inflación y deuda se han constituido en dos polos de apoyo, interdependientes, para la economía de los Estados Unidos.

El crecimiento de la deuda pública (en 1981 de 1 billón de dólares) se mantiene en la medida en que los acreedores prestamistas sostienen capacidad para absorber las deudas, debido fundamentalmente, al mantenimiento de las altas tasas de interés que hay, todavía promedian un 12% a 14%.

Es importante precisar que cualquier disminución del ritmo en el endeudamiento tiene repercusiones contractivas en la medida en que tiende a reflejarse en una reducción del nivel absoluto de la demanda de bienes y servicios. Es importante señalar, como ejemplo, que el crecimiento del consumo norteamericano ha sido alimentado, como indicamos en párrafos anteriores, por una extraordinaria eclosión del crédito pasando el crédito a plazos en el período 1970-1975 un promedio de $11 mil 100 millones a $30 mil 900 millones en 1977.

La cadena de 8 recesiones es una señal de alerta roja para la economía norteamericana en la medida en que tocan las puertas de una recesión. Desde 1964 se han presentado por lo menos 4 importantes crisis crediticias que han situado en posición delicada al sistema financiero norteamericano. En los casos críticos las situaciones han sido superadas momentáneamente retirando las restricciones a una mayor expansión de la deuda o canalizando recursos y fondos a grandes bancos y empresas, para fortalecer la capacidad de resistencia de los ejes monopólicos, pero, es la experiencia, a gran costo.

La situación descrita ha debilitado la estructura financiera, provocando, por demás el alza de las tasas de interés. El alza de las tasas de interés es una respuesta automática a la presión masiva por créditos y fondos de parte de los consumidores, empresas y el mismo gobierno; todo este complejo masivo proceso de endeudamiento con apoyo del gobierno y la Reserva Federal que tratan, infructuosamente por cierto, de establecer una tercera vía entre la inflación y la potencial depresión.


EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LOS PAÍSES CAPITALISTAS DE LA PERIFERIA


Todo el proceso descrito con anterioridad y que determinó una profunda crisis en los países altamente desarrollados en el modo de producción capitalista, y señaladamente, los Estados Unidos, ha desatado un proceso en que se combinan dos elementos: impacto de las recesiones y
traslado de elementos de la crisis a la periferia del capitalismo, es decir, al conjunto de países sub-desarrollados y dependientes. Ello se concretiza en: disminución del comercio internacional, deterioro de los términos de intercambio, ampliación de las barreras proteccionistas y estancamiento o recesiones.

Esta situación le ha sido achacada al incremento de los precios del petróleo, lo cual no es cierto como elemento causal fundamental. El incremento del valor de las facturas petroleras solo aumentó la situación de la balanza de pagos de América Latina.

Un ejemplo de ello es que la deuda pública externa de nuestro continente creció a un ritmo anual de 16.4 por ciento del 1970 al 1979. Por ejemplo, de 1971 a 1977 la deuda pendiente de pago creció de 23,994.1 millones a 85,748.7 millones de dólares y a cerca de $100,000 millones para 1978. Se calcula que la deuda total para 1982 ascenderá, pendiente o no de pago, a la suma de $250,000 millones de dólares.

Sin embargo en la década del 60 el porcentaje anual era de 8% de ritmo, y ello era así antes del aumento de la factura petrolera. El incremento de la deuda se ha acentuado, pues, por las presiones y relaciones estructurales de dominación entre el sistema imperialista y los países pobres y explotados.

Ello se puede observar claramente en el balance en cuenta corriente de América Latina en base a transacciones internacionales y movimientos de capital (inversiones y créditos).

En el período 1968 -1973 fueron extraídos como excedentes por empresas y compañías capitalistas $76,400 millones de dólares vía pagos de fletes y seguros y 19,200 millones de dólares por el flujo de pagos a inversionistas y bancos extranjeros siendo el déficit total del período $21,100 millones de dólares.

El período 1974-1979, post-elevación del precio del petróleo demuestra repatriación de dividendos e intereses a compañías extranjeras capitalistas por $51,400 millones de pesos, pago de seguros y fletes por $15,800 millones de dólares.

Si bien es cierto que el pago de la factura petrolera ha agravado la situación de la balanza de pagos, es evidente, por los datos aportados que la raíz de la problemática reside en el estancamiento en los países capitalistas, lo que ha debilitado los mercados y los precios de las materias primas y alimentos. De acuerdo a datos de la CEPAL, para los países no exportadores de petróleo de América Latina, los términos del intercambio, que ya se habían deteriorado cerca de un 30 por ciento en el trienio 1978-1980, cayeron 11 por ciento en 1982. A nivel mundial ese deterioro le significó a los países sub-desarrollados de $8 mil a $10 mil millones de dólares, lo que se ve agravado por el incremento del proteccionismo de los países de capitalismo desarrollado.

Toda esta situación de gravedad
lleva a las burguesías de los países dependientes integrados a los frentes que organiza el sistema imperialista, a tratar de paliar y posponer las crisis por la vía de una política de endeudamiento externo y de captación de inversiones extranjeras, así como de políticas monetarias que permitan, también, con volúmenes de inversiones cubrir parte de los déficit generados. Estas políticas, que aumentan el cauce de la expropiación de los excedentes de nuestras economías, agravan y reproducen geométricamente el endeudamiento y la inflación.

América Latina tiene una deuda global de $250,000 millones de dólares y países como Argentina y México han acumulado incrementos de precios en 1982 que oscilan entre el 95 y 110 por ciento.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA CRISIS CAPITALISTA MUNDIAL

De todo lo descrito con anterioridad podemos clasificar las consecuencias más importantes para toda la humanidad.

1- En primer lugar, y para garantizar el mantenimiento de la tasa de ganancia de los grandes capitales la burguesía monopólica de los países capitalistas desarrollados ha decidido
recurrir a los métodos y modelos más autoritarios y represivos, de la dictadura burguesa tanto en sus propios países centrales como en los países periféricos y dependientes, para mantener las formas de acumulación, reordenar la división internacional del trabajo e implementar, en otros casos, nuevas formas de acumulación.

En relación a los países capitalistas desarrollados la reordenación ha tomado
el camino de las políticas militaristas y de agresión por un lado; y por el otro limitar las posibilidades de movilización del movimiento social, es decir, del movimiento obrero, las minorías, grupos ecologistas, núcleos religiosos emergentes, tendencias culturales contestatarias.

Ello ha provocado una nueva confrontación de clases en esos países que ha reordenado el campo de la lucha de clases, y las burguesías monopólicas se han visto asediadas por amplias coaliciones de clase que abarcan, desde sectores burgueses vinculados a la economía civil, hasta trabajadores, campesinos, pequeña burguesía en sus diversas capas, expresándose dicha alianza en una compleja gama de movimientos e instituciones. Tal es el caso de la oposición al gobierno norteamericano de Ronald Reagan o al del Premier Helmut Kohl de Alemania Federal y la primer ministro Margaret Thatcher de Gran Bretaña.

2- En otros países capitalistas las consecuencias de la crisis ha sido la derrota de los gobiernos conservadores, por ejemplo, los resultados electorales de España, Grecia, Suecia, Francia y otros, donde movimientos y partidos socialistas o social demócratas han derribado coaliciones más conservadoras y ello es expresión de la movilización de amplios sectores que se oponen a una política económica y social que promueve la inflación, el desempleo (en 1982, 25 millones de desempleados en la Europa de los OTAN), el deterioro de los servicios sociales y la pérdida de importantes conquistas logradas al través de decenas de años de luchas nacionales y populares.

3- Como contrapartida a lo que sucede en los países capitalistas más desarrollados, en la periferia de éstos,
se incrementan las luchas populares y revolucionarias, surgiendo nuevas revoluciones victoriosas y consolidándose el Movimiento de Liberación Nacional. Ejemplo de lo primero es Viet-nam, Angola, Mozambique, Guinea, Nicaragua, Granada, Afganistán, procesos revolucionarios victoriosos en la década de los setenta. Y de los segundos son ejemplos importantes el Frente Polisario de Sahara, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, los Frentes de Liberación de Filipinas, la Organización de Liberación Palestina (OLP), el Frente de Liberación Nacional de Bahrein, la Organización de los Pueblos del África Sub-Occidental y otros.

La desnacionalización creciente de las sociedades y estados periféricos o dependientes del sistema imperialista, tiene su raíz en
la función entreguista del sector dominante de las burguesías de esos países, que sirven, junto a las fuerzas políticas creadas por ellos, como mecanismos básicos y correas de transmisión de los grandes capitales extranjeros.

Por ello,
porque la contradicción entre las amplias masas explotadas y marginadas (obreros, campesinos y pequeño-burgueses en sus diversas capas) y la dominación del capital imperialista es la contradicción fundamental, crece y se desarrolla vigorosamente el Movimiento de Liberación Nacional, cuyo objetivo estratégico es destruir la complicada red de dependencia con que las metrópolis imperialistas sostienen el estado burgués, instrumento fundamental de la opresión social y nacional.

LA CRISIS DOMINICANA

El desarrollo de la crisis capitalista mundial y sus consecuencias comenzaron a impactar la economía y el estado dominicano a lo largo de la década del setenta y fundamentalmente en su segunda mitad.

Las medidas de política económica que tomó
el gobierno perredeísta encabezado por Antonio Guzmán Fernández condujeron al no manejar el impacto de la crisis y los problemas propios de la economía dominicana, a un atolladero económico.

Esta administración
heredó del régimen del Dr. Balaguer una determinada estructura del gasto público compatible con una estructura tributaria que hace depender los ingresos fiscales de los impuestos de importaciones y al consumo de mercancías y servicios. Por otro lado, el gobierno balaguerista mantenía un gasto corriente muy bajo debido a que los sueldos y salarios eran muy deprimidos. Al momento de asumir el gobierno el PRD en 1978 el 90 por ciento de los empleados públicos ganaba hasta 200 pesos mensuales.

Las promesas electorales perredeístas hechas en la campaña de 1978 en cuanto a la erradicación del desempleo, encendieron la mecha de las presiones políticas y de los reclamos populistas. Fueron incorporados a la administración pública 60,000 nuevos empleados y servidores y se estableció como salario mínimo la suma de $125.00 pesos, reajustándose los sueldos en un 10 por ciento para aquellos que ganaban entre $125.00 y $300.00 pesos mensuales. Además aumentan considerablemente los gastos de representación, dietas, gasolina y demás gastos corrientes de esa naturaleza.

Todo lo anterior condujo a que el gasto corriente aumentara de $347 millones en 1977 a $694 millones en 1980.

Paralelamente a ello la crisis capitalista mundial comenzó a afectar significativamente la economía dominicana. Por un lado
la factura petrolera aumentaba de $199 millones en 1978 a $500 millones estimados para 1981, así como los productos industriales adquiridos en el exterior, y por otro lado disminuían los precios de nuestros principales productos de exportación. Por ejemplo se presupuestaron en 1981 $411 millones provenientes del comercio exterior, pero solo se recaudaron, efectivamente, $271 millones.

Este comportamiento del comercio exterior, que es una expresión concreta de la dependencia del sistema imperialista manifiesta un elemento importante en razón de que los centros capitalistas subdesarrollados de su periferia, situación que obligó al gobierno guzmancista a tomar una serie de medidas improvisadas tendentes a disminuir las importaciones vía las prohibiciones y la no entrega de divisas.

Como era lógico y natural los bienes que fundamentalmente fueron afectados con esas medidas fueron las menos esenciales, los que justamente pagan mayores impuestos, con lo cual los ingresos del gobierno disminuyeron significativamente. Por ejemplo las recaudaciones vía Dirección General de Aduanas descendieron de $277 millones en 1977 a $269 millones en 1981, y sin embargo el régimen no adoptó medidas correctivas, como por ejemplo, compensar la reducción experimentada mediante impuestos a la propiedad y a los grandes beneficios de las empresas, particularmente las extranjeras. Es importante precisar que, de 1962 al 1979 las empresas extranjeras repatriaron beneficios por la astronómica suma de $1,044 millones de dólares y en los años 1980 y 1981 por suma de $210 millones de dólares, lo que hace un gran total de $1,254 millones de dólares, pudiendo establecerse para los últimos años una tasa promedio de ganancia de un 38 por ciento.

Por otro lado, desde el primer año del gobierno de Antonio Guzmán se comenzó a presentar un marcado déficit presupuestario, déficit que no es otra cosa que la imposibilidad del fisco para cubrir sus gastos con los ingresos que obtiene con las recaudaciones.

Esa situación provocó un descenso en las inversiones públicas en construcción y un incremento de la deuda pública para compensar la disminución de los ingresos. Por ejemplo, para 1981 el gobierno central presupuestó $513 millones para gastos de capital y sin embargo solo pudo ejecutar $341 millones, es decir, un 66 por ciento de lo estimado en ese tipo de gasto.

La reducción en el ritmo de construcciones generó un mayor desempleo y una baja significativa en el nivel general de la actividad económica (recesión) y
el endeudamiento externo para financiar el gasto público se transformó, rápidamente en el principal factor que contribuye al déficit de la balanza de pagos, en consecuencia a la salida de dólares por el monto elevado del servicio de la deuda. El gobierno perredeísta de Antonio Guzmán encontró una deuda controlada de aproximadamente $1,000 millones, la cual incrementó en cerca de $1,800 millones haciendo un total de cerca de $3,000.

El período 1978-1980 pagó la suma de $1,695 millones por servicio e intereses de la deuda, y para 1982 por ese concepto el país deberá erogar la suma de $465 millones de dólares.

Es importante precisar, para que se tenga una idea de
la sangría que para la economía significa ciertas erogaciones al exterior a compañías extranjeras, que en el período 1968-1973 el país pagó $199.1 millones por fletes y seguros y en el período 1974-1980, la suma de $8,335 millones por el mismo concepto, lo que unido a la repatriación de beneficios de empresas extranjeras y al pago de la factura petrolera permite acumular un déficit de la balanza de pagos en cuenta corriente entre 1968-1973 alrededor de $625 millones, y de 1974 a 1980 de 2,679.5 millones, lo que hace un gran total de $3,183.8 millones en los dos períodos.

Por otro lado, agotada la capacidad de endeudamiento del país a finales del gobierno perredeísta de Antonio Guzmán el déficit presupuestario comienza a ser financiado con
emisiones de dinero inorgánico.

El déficit del gobierno central, y por tanto se excluye de ello, a las empresas descentralizadas y autónomas, se calculó para este año en $210 millones y la emisión inorgánica para el 1982 ascenderá a la suma de $485 millones.

Esta política de emitir dinero sin ningún tipo de respaldo ha conducido a que el peso dominicano haya perdido valor en relación a los bienes y en relación al dólar, con lo cual cada día, la clase trabajadora y la gran masa de la población cuyos ingresos dependen de sueldos y salarios vean reducidos sus ingresos en términos reales, disminuyendo su capacidad adquisitiva, es decir, la posibilidad de comprar la misma cantidad de bienes con un sueldo o salario.

El desempleo aumentó de un 25 por ciento a un 30 por ciento y el sub-empleo de un 40 por ciento a 50 por ciento; la inflación, desde que se hizo el último reajuste salarial en 1979 de un 10 por ciento y se estableció el salario mínimo en $125 pesos mensuales, supera el 55 por ciento hasta la fecha.

Hay
un elemento de potencial colapso económico y que se refiere al Consejo Estatal del Azúcar, no tan sólo por su situación deficitaria y de pérdidas ($88 millones en 1982), sino fundamentalmente ante la posibilidad de la desaparición o brusca caída de las importaciones norteamericanas de azúcar como producto del autoabastecimiento de edulcorantes procedentes del maíz a partir de 1983.

La escasez de dólares en el Banco Central, a pesar de la existencia de más de $800 millones en el mercado paralelo de divisas, es de tal naturaleza que en los actuales momentos las reservas de esa institución bancaria estatal son negativas en $120 millones, no hay dólares para comprar medicinas ni para las industrias que radican en el territorio nacional puedan adquirir sus materias primas. Tampoco el Banco Central le puede entregar dólares a los importadores locales, incluyendo al Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE), para que adquieran en el exterior los alimentos que permitan cubrir el déficit interno del sector agropecuario. La Secretaría de Agicultura ha llegado a declarar que en los primeros cuatro meses del año 1983 habrá un déficit de arroz ascendente a 800,000 quintales. Para que se tenga una idea de este déficit y de las necesidades de importación y por ende de dólares para este renglón, en el año 1980 se importaron productos agropecuarios y sus derivados por valor de $142,308,825.32 millones de dólares y el período 1975-1980 la importación total ascendió a la suma aproxidamente de $553 millones de dólares.

Pero la escasez de dólares no sólo afectó al sector agropecuario, sino que también, y en forma simultánea al sector industrial, fundamentalmente las empresas radicadas en el sector Industrial de Herrera, en la capital de la República. Es tan grave la situación señalada que la capacidad ociosa de muchas de las plantas radicadas en esa área es del 60 por ciento de su capacidad instalada, razón por la cual, entre otras causas, se ha producido el despido en los últimos meses de alrededor de un 30 por ciento de empleados y trabajadores.

En medio de esta grave crisis económica,
el gobierno perrededísta que encabeza el Dr. Salvador Jorge Blanco, con el aval y respaldo de los principales dirigentes de su partido, decide recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y llega a un acuerdo con esta institución financiera, que como vimos, fue una creación del sistema imperialista luego de la Segunda Guerra Mundial.

Este acuerdo entre el FMI y el gobierno dominicano que alrededor de un préstamo de $466 millones de dólares, a ser desembolsada en tres años, lo que, dado el panorama descrito, no representará ni siquiera un paliativo para los graves problemas económicos del corto plazo, además de que
ese instrumento de los monopolios extranjeros impondrá una serie de medidas antinacionales y antipopulares. Esas medidas están orientadas a asegurar que el país pueda pagarle la deuda externa a los bancos comerciales extranjeros, a los que el gobierno perredeísta de Antonio Guzmán les tomó prestado cientos de millones de dólares.

Sin embargo, el gobierno perredeísta actual sigue, conscientemente, la misma política del anterior,
diseñada por el conocido “Escuadrón de la Muerte Económica”. Al mes de Noviembre de 1982, e incluyendo el préstamo del Fondo Monetario Internacional, este gobierno había obtenido seguridades de préstamos por cerca de $700 millones de dólares; continúan las emisiones inorgánicas durante este año y ya se anuncian, para 1983, conservadoramente, emisiones de por lo menos $270 millones de pesos; se mantiene la política de expandir el mercado paralelo de divisas y la negativa de asumir el mercado y el control del mismo; la estructura del gasto corriente de acuerdo al resultado presupuestario del mes de octubre, sigue ocupando nivel de desajuste en relación al sistema tributario; se insiste en no aceptar la moratoria de pago de deuda externa y se continúan erogando centenares de millones de dólares anuales por concepto de la misma; en resumen, el actual gobierno continúa el camino del despeñadero y el desfonde de la economía dominicana.

CONSECUENCIAS DE LA CRISIS DOMINICANA

La crisis dominicana, analizada en el contexto de la crisis capitalista mundial, presenta graves consecuencias por el presente y futuro de la nación dominicana:

1-
Una desnacionalización progresiva y acelerada como consecuencia de la extracción masiva del excedente producido por la economía dominicana, vía repatriación de beneficios de empresas extranjeras, pago del servicio de la deuda externa, factura petrolera, importaciones, fuga de capitales y depósitos en dólares al exterior; control del Fondo Monetario Internacional; nuevos “incentivos” para desarrollar un modelo agroexportador e industrial más abierto al mercado capitalista mundial;

2- Esta apertura, más a fondo, al gran capital monopólico extranjero,
amplía las ataduras y la dependencia del Estado burgués dominicano, debilitando, día a día la posibilidad de una renegociación de la crisis dominicana con los grandes centros financieros del sistema imperialista;

3- Un deterioro creciente de nuestras fuerzas productivas sociales, fundamentalmente en los sectores agropecuario e industrial, que afecta notablemente el aparato productivo (plantas y centros), la relación tecnología y fuerza de trabajo entre la potencial población trabajadora y la posibilidad de absorción de ésta y el equilibrio ecológico urbano; incremento de los déficit del sector público y las empresas autónomas y descentralizadas;

4-
Incremento de la movilización social de las masas por la vía de las acciones sindicales y territoriales abarcando la población trabajadora, campesina, chiriperos, técnicos profesionales y pequeños y medianos propietarios que reclaman reivindicaciones que impidan el deterioro de las condiciones materiales de la existencia social y en defensa de sus intereses de clase o capa; lo que significa una agudización de la lucha social en todos los niveles;

5-
Crisis del sistema bi-partidista de dominación política (PRD-PR) que acelera las contradicciones y divisiones en los partidos cuantitativo y al desarrollo cualitativo del Partido de Liberación Dominicana (PLD) como fuerza de vanguardia de la revolución de liberación nacional;

6-
Debilitamiento objetivo del gobierno perredeísta del doctor Salvador Jorge Blanco, producto del desarrollo de la crisis y de su incapacidad manifiesta para enfrentarla con medidas globales, que responden a un plan coherente y racional, lo que ha contribuido al agravamiento de la misma, y por ende a crear condiciones sociales para potenciales situaciones políticas que puedan poner en peligro el actual ordenamiento político del estado burgués dominicano.

LÍNEA POLÍTICA NACIONAL

Ante una situación como la descrita, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) entiende que asistimos no tan sólo a una crisis de raíces históricas estructurales y coyunturales, sino a una delicada y peligrosa situación política.

En virtud de ello define su línea política de oposición en continuidad con la política de táctica de fortalecimiento del Partido y de
acumulación de fuerzas populares, como:

1-
Una oposición clasista, en defensa de los intereses y reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, campesinos, chiriperos y pequeños y medianos industriales, sobre los que cae el peso de la crisis capitalista, sobre la base de un programa mínimo popular, democrático y antiyanki;

2-
Una oposición en defensa de los intereses nacionales, de nuestra independencia y soberanía frente al saqueo y la explotación de las compañías y empresas transnacionales y del capital extranjero en general, así como de toda acción o iniciativa gubernamental tendente a reforzar los lazos de opresión y dependencia que sostienen el estado burgués;

3-
Una oposición crítica, pero flexible, entendida esta flexibilidad como el resultado de una apreciación correcta de la gravedad y peligrosidad de la crisis, la correlación de fuerzas en el plano nacional y la coyuntura internacional, desechando cualesquiera tentación aventurera que pueda en el terreno político desatar fuerzas que no estén bajo nuestro control y posibilidades de dirección;

4-
Una oposición de masas, porque su ejemplo fundamental será la relación entre el partido como vanguardia y el desarrollo de las organizaciones de masas, sean éstas sindicatos, ligas o asociaciones campesinas, gremios profesionales y técnicos, movimientos culturales, deportivos y estudiantiles, así como organizaciones territoriales, barriales, de parajes y secciones, en vistas a crear una real alternativa de poder popular revolucionario.

POLÍTICA INTERNACIONAL

En correspondencia con la línea política nacional el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) define su línea política internacional, como:

1-
Una política de no-alineamiento, es decir de independencia nacional, soberanía e integridad territorial, de lucha contra el imperialismo, el racismo comprendido, el sionismo, y toda forma de expansión, ocupación y dominación extranjera, y por la paz y la distensión internacional;

2-
Una política de respaldo al establecimiento de un nuevo orden económico internacional, donde prevalezca una economía mundial reestructurada en la que imperen relaciones basadas en nuevos términos de ayuda y cooperación que permitan a los países dependientes o periféricos una mayor apropiación de sus excedentes;

3-
Una política internacionalista militante, de solidaridad con los movimientos de liberación nacional, el movimiento obrero internacional y las revoluciones triunfantes, en vistas a fortalecer el amplio frente progresista de lucha contra la agresión, la guerra y la explotación de los pueblos pobres del mundo.

4-
Una política de exigencia permanente al gobierno dominicano para que varíe su política exterior, y asuma la implementación de una política independiente, acorde con los intereses de las masas populares, lo que permitiría enfrentar de manera más efectiva, elementos de la actual crisis económica y social.

Por la Comisión de Línea Política Nacional e Internacional:

Vicente Bengoa Albizu

José Antinoe Fiallo

Temístocles Montás